El Estado liberal

El Estado liberal

El Estado de derecho.

La primera forma que adoptó el Estado moderno fue la monarquía absolutista del Antiguo Régimen: una forma de gobierno en la que el monarca representa la voluntad soberana y su palabra es la ley.
Sin embargo, las revoluciones de carácter liberal llevadas a cabo desde el siglo XVII en adelante dan lugar a una nueva mentalidad según la cual todos los miembros de la sociedad, incluidos los gobernantes y el monarca, han de someterse a la ley emanada de la soberanía popular. De este modo se abre paso el concepto de imperio de la ley. En la tradición liberal, el derecho igual para todos garantiza un espacio de libertad en el que las personas puedan actuar sin temor a interferencias arbitrarias o injustas. De ahí el interés de los pensadores liberales por dar razón de la necesidad del imperio de la ley.
Tal es el caso de Manuel Kant, que en su obra La paz perpetua formula los tres principios siguientes como base del sistema jurídico que corresponde a un Estado moderno:
1. Principio de la libertad de cada miembro de la sociedad (en cuanto hombre).
2. Principio de la dependencia de todos respecto a una única legislación común (en cuanto súbditos).
3. Principio de la igualdad de todos los súbditos (en cuanto ciudadanos).
Para preservar estos tres principios, dice Kant, el soberano, al promulgar las leyes, debe tener en cuenta la siguiente fórmula: «Lo que no puede decidir el pueblo sobre sí mismo y sus componentes, tampoco puede decidirlo el soberano sobre el pueblo».


9.2. La tradición liberal.

El punto de partida del liberalismo es la creencia de que el individuo constituye el núcleo de la actua-
ción política, y por eso el Estado ha de garantizar su libertad de actuación estableciendo un marco legal que proteja sus derechos. De este modo, los individuos pueden perseguir sus intereses particulares de acuerdo con las reglas de la competencia económica y del libre intercambio, sin que tengan que ver coartadas estas libertades por el poder público. Desde estos presupuestos, la política se concibe no como la búsqueda del bien común, sino
como el arte de equilibrar los diferentes intereses.
Las funciones básicas de este Estado liberal serían las siguientes:

- Proteger la vida de sus miembros.

- Mantener la seguridad.
- Reducir el miedo y la incertidumbre.
- Crear la paz civil.
- Asegurar el derecho de propiedad.
- Facilitar el comercio.


El Estado constitucional y democrático.
El liberalismo entiende que, para que sea posible alcanzar estos objetivos, el Estado ha de ser constitucional: un Estado donde existe un sistema de reglas fundamentales, la Constitución o unas normas equivalentes, que limitan los poderes estatales con el fin de evitar, en lo posible, los abusos de los gobernantes. Un buen ejemplo de estas reglas es la separación de poderes propuesta en el siglo XVIII por Montesquieu, que busca la independencia y el control mutuo entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial.

El Estado liberal de derecho dio paso al Estado liberal y democrático de derecho, cuando se advirtió que el sufragio universal, el sistema representativo y la regla de las mayorías eran los mecanismos más convenientes para controlar al poder público y alcanzar aquellos fines. Pero no deben confundirse el liberalismo, que es una forma de control del poder político, y la democracia, que se refiere a quien ejerce este poder político.


  Liberalismo político y liberalismo económico.

El liberalismo surgió en un primer momento como una reivindicación de garantías constitucionales y de derechos individuales, esto es, una defensa de la libertad frente al absolutismo. Pero pronto pasó a convertirse en una doctrina acerca de la organización económica. Hoy en día el término incluye ambas dimensiones, por lo que es necesario siempre especificar a cuál nos referiremos.
• El liberalismo político se centra en la idea de que los seres humanos deben ser libres para seguir sus propias preferencias en los asuntos religiosos, económicos y políticos, lo que supone límites y controles al poder estatal.
• El liberalismo económico entiende el mercado como mecanismo básico de coordinación social. El papel del Estado consiste en permitir que el mercado cumpla su función de determinar los costes y precios, y de distribuir equitativamente los beneficios, sin pretender intervenir en él.

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